En el pequeño pueblo de Los Toldos, provincia de Buenos Aires, nació el 7 de mayo de 1919 María Eva Duarte de Perón. Conmemorando 105 años desde su llegada al mundo, reflexionamos sobre el legado perdurable de una de las figuras más influyentes en la historia argentina. Su mirada penetrante sobre el territorio nacional y su compromiso con los trabajadores resuenan aún hoy, recordándonos que cada necesidad es el germen de un derecho fundamental.
Una Eva joven llegó la parte más poblada de Buenos Aires con el objetivo de buscar nuevas oportunidades laborales ya que era destacada por ser una muy buena actriz. Su sueño, desde pequeña, siempre fue ser reconocida en el ámbito artístico pero la fama le llegó por otro lado y sí que la logró a nivel global.
Años después conoció a Juan Domingo Perón, se enamoraron y conformaron una poderosa pareja política. Eva cumplió el rol más activo en la campaña electoral de Perón y más tarde en la promoción de los derechos de las mujeres y los trabajadores.
Hasta el día de hoy, su nombre continúa en la memoria de los argentinos porque a base de insistencia, lucha y valentía le otorgó una vida digna a los trabajadores que en ese momento sufrían el desprecio y atrocidades de la oligarquía empoderada.
Enfrentó a los poderosos, peleó contra ellos y le ganó miles de batallas pero el 26 de julio de 1952 murió, a los 33 años, tras padecer una enfermedad terminal. «Eva no murió», «Eva vive en el pueblo», «Santa Eva», «Evita está en cada trabajador y cada trabajadora», son algunas de las frases que dicen sus seguidores. Y tienen razón, Eva no murió porque está en cada nuevo derecho y hoy más que nunca, por los tiempos difíciles que transitamos, hay que rendirle homenaje hasta en lugar más recóndito del país.