El extraordinario hallazgo paleontológico fue realizado por un niño de 8 años, y el aviso fue dado por sus padres al personal del Museo
de Ciencias Naturales de Miramar, quienes procedieron al rescate de estos fósiles de unos 100 mil años de antigüedad.
Miramar, una de las ciudades balnearias predilectas en Argentina, resguarda bajo la superficie tesoros milenarios de un mundo ya desaparecido, siendo una de las localidades paleontológicas más transcendentales a nivel mundial desde fines del
siglo XIX, llamando la atención del sabio Florentino Ameghino.

Días atrás, Bruno González, un niño miramarense de 8 años de edad, que, junto a sus padres, se encontraban
paseando en las extensas playas del sur de la localidad bonaerense de Miramar, en las inmediaciones del
arroyo La Ballenera, divisaron unos huesos incrustados en el acantilado.
Fue así que Bárbara Lugones y Álvaro González, padres de Bruno, se ponen en contacto con el personal del Laboratorio de Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, dependiente de la Fundación Azara y de la Municipalidad de General Alvarado, para dar a conocer el hallazgo y verificar si se trataban de verdaderos restos fósiles.

Se pudo comprobar que se trataba de restos pélvicos y la cola articulada de un perezoso gigante extinto, posiblemente un Scelidoterio
(Scelidotherium leptocephalum), de unos tres metros de largo y un peso estimado en una tonelada. El mismo vivió durante el Pleistoceno, es decir los últimos dos millones de años antes del presente, hasta hace 10 mil, momento que culmina la edad de hielo.
Luego de varias horas de trabajo, se logró la separación del “bochón” de sedimento, protegido con productos químicos, para ser trasladado a condiciones más adecuadas en el laboratorio paleontológico del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, en donde el Técnico Mariano Magnussen lo preparará cuidadosamente, debido a la fragilidad de los mismos.
El Scelidoterio es la especie de menor tamaño de todos los perezosos gigantes que vivieron en la región pampeana durante el Cuaternario. Pero igualmente era un gigante herbívoro, armado de enormes garras, las cuales, no solo utilizaban para defenderse o acceder a su alimento, sino que eran cavadores de grandes cuevas, las que utilizaban como madrigueras para refugiarse, tal como indicó el Museólogo Daniel Boh, coordinador de la institución.
Luego este material será observado y estudiado por un equipo interdisciplinario conformado por investigadores de la Fundación de Historia Natural Félix de Azara, del Laboratorio de Anatomía Comparada y evolución de los Vertebrados (LACEV) dependiente del Macn- CONICET integrado por el paleontólogo Dr Federico Agnolin quien dirige los estudios científicos de la zona, y el mismo personal del museo miramarense.
Debemos destacar en esta ocasión, el correcto procedimiento de Bárbara y Álvaro, los padres de Bruno González, en acompañar y comunicarse con el museo, con el propósito de que sean extraídos por personal idóneo y que se preserven en una institución científica.
Los yacimientos paleontológicos y sus fósiles están protegidos por la ordenanza municipal 248/88, y por la Ley 25.743 que regulan estas actividades.